Permite que tu mente recorra a lo largo de las últimas 24 horas, evitando enjuiciarte, ya sea con aprobaciones o desaprobaciones, y enfocándote sólo en los momentos por los cuales estás agradecido(a). Los días más difíciles incluyen buenos momentos, si sólo nos molestamos en buscarlos: puede ser el contemplar una gota de rocío, o simplemente el hecho que podamos ver..
Cuando las personas hacen este ejercicio, se sorprenden por el número y la variedad de buenos momentos del día, los cuales los habían olvidado, quizás ocultados por las experiencias dolorosas del día. Al recordar los momentos por los cuales estamos agradecidas/os, agradezcan y alaben a Dios por ellos.
Después de esta acción de gracias, el próximo paso es recordar nuestros estados de ánimo y sentimientos, buscando, si es posible, las causas de ellos; pero siempre evitando juzgarse por ellos. Permanezcan en Cristo mientras contemplan estas situaciones, y ruéguenle que les muestre las actitudes que las causan. Lo importante es evitar el análisis de nuestra experiencia, sino que contemplarla en la Presencia de Cristo, y permitirle que Él nos muestre cuando le hemos permitido estar en nosotros, y cuando lo hemos impedido. Agradézcanle por las veces que hemos dejado que su Gloria nos acompañe, y pedir su perdón por las veces que la hemos rechazado. Él nunca rechaza su perdón. Conoce nuestras debilidades mucho mejor que nosotros. Todo lo que tenemos que hacer es mostrárselas, y Él las transformará en fortalezas.
Podemos finalzar con una oración breve, que se enfoca en el día de mañana y le pide la ayuda que necesitamos al Señor.