La Palabra de Dios
En aquel tiempo decía Jesús a sus discípulos: "¿Por que me llamáis "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo? El que se acerca a mí, escucha mis palabras y las pone por obra, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificaba una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo tambalearla, porque estaba sólidamente construida. El que escucha y no las pone por obra, se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y en seguida se derrumbó desplomándose".
Lucas 6: 46-49
Reflexiones sobre la lectura de hoy
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- Incluso mientras escribo "Señor", me molestan mis dudas. Las palabras llegan tan fácilmente. Lo que deseas, Señor, es la evidencia de la presencia del amor en mi vida.
- Que yo pueda ir hacia Ti, escuchar tu Palabra, y ponerlas en obra.
- La oración alimenta las raíces de nuestra vida en Cristo. Lo que decimos y hacemos por Dios y en el nombre de Cristo, nos llega desde lo que tenemos en nuestro interior. Alimentamos los dones de Dios y nuestra Fe, a través de la oración y al hacer el bien. La oración es una de las fundaciones de la vida en la Fe; es una roca que nos sostiene en momentos de luchas y tentaciones.
- Aquí encontramos unos dichos caseros y realistas de Jesús. Él recalca que lo que existe en el interior de una persona es la fuente de sus buenas o malas acciones. La oración - incluso estar en silencio frente al Señor - es una forma de traer luz y sinceridad a nuestras vidas. Nadie puede sincerarse en la Presencia de Dios - en silencio o con palabras - y no cambiar para mejor!