Quietud
Deja que tu atención se quede con el Espíritu en tu corazón
- Comienza este tiempo de oración tomando unos momentos para profundizar nuestro silencio, a través de enfocarnos en nuestra respiración. Es importante no tratar de cambiar su ritmo ni su profundidad. Todo lo que tienes que hacer es darle tu atención al inspirar y al espirar.
- Siente cómo el aire entra en tus pulmones; también cuando ese aire es devuelto a la atmósfera. Presta atención a las próximas seis respiraciones, en forma sencilla y calmada.
- Esta vez, mientras inspiras, lleva tu atención al interior de tu pecho, junto con el aire inspirado. En hebreo, las palabras para “aliento” y “espíritu” son las mismas: “ruah”. Imagina, pues, que inspiras el Espíritu de Dios, y que dejas que tu ser profundo sea inundado con la luz y el calor del Espíritu.
- Ahora sigue respirando, en silencio; pero que tu atención siga fija en el Espíritu, que descansa en ese lugar de quietud que es tu ser profundo. Y en ese lugar de quietud, presta atención a la Palabra de Dios mientras retornas a la casa de Marta y Lázaro en Betania, tratando de imaginar la escena que ahí se desarrolla.
Escritura
Juan 12:1-8
Seis días antes de la Pascua fue Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Allí lo invitaron a una cena. Marta servía y Lázaro estaba entre los invitados. María, pues, tomó una libra de un perfume muy caro, hecho de nardo puro, le ungió los pies a Jesús y luego se los secó con sus cabellos, mientras la casa se llenaba del olor del perfume. Judas Iscariote, el discípulo que iba a entregar a Jesús, dijo: «Ese perfume se podría haber vendido en trescientas monedas de plata para ayudar a los pobres». En realidad no le importaban los pobres, sino que era un ladrón, y como estaba encargado de la bolsa común, se llevaba lo que echaban en ella. Pero Jesús dijo: «Déjala, pues lo tenía reservado para el día de mi entierro. A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre».
Reflexión
¿Sobre qué desearías agradecer a Dios?
- Poco después de la resurrección de Lázaro, y antes de la Pascua, Jesús llega a cenar con Marta, María y Lázaro, sus queridos amigos. Marta y María desean mostrarle a Jesús su profunda gratitud por haber vuelto a la vida a su hermano, por lo que preparan un banquete. ¿Sobre qué desearías tú agradecer a Dios, a esta altura del retiro?
- Trata de imaginar la escena: Marta sirve la mesa y Lázaro cena con Jesús (como es la costumbre judía). Sin embargo, María hace algo muy inesperado. Sin una palabra, ella unge los pies de Jesús con un aceite perfumado carísimo. Con este acto de pura extravagancia, la casa se llena de una maravillosa fragancia.
- Aparentemente, ella actúa impulsivamente, ya que no se acompañó con una toalla o un paño, y además ha empleado tanto aceite! Como si fuera poco, y sin pensar en que se consideraba escandaloso que una mujer descubriera su cabellera en público, ella se saca el velo de su cabeza, se suelta su cabellera y se deja caer a los pies de Jesús. Todos los presentes quedan anonadados. Maria no sólo se ha comportado en una forma alarmante e impropia, sino que ha actuado con extravagancia y derroche. Judas manifiesta su desaprobación: ¡qué pena que se rompió el sello! ¡qué vergüenza que el aceite se desparramó por el piso! ¿Has tú criticado o desaprobado a alguien de esta manera?
Habla con Dios
¿Recuerdas haber presenciado un acto de amor extravagante?
- Jesús responde al generoso regalo de María con su propia generosidad de espíritu. Él no la reprende. Ese aceite podría haber sido vendido por mucho dinero y éste entregado a los pobres; pero eso no era lo que quería María. Ella deseaba hacer algo por Jesús. María muestra a todos su amor y su gratitud por Jesús, al ungirlo mientras está aún vivo. ¿Puedes recordar haber sido testigo de un acto como éste, de amor extravagante? ¿Cómo María, has recibido críticas por algo que hiciste?
- Observa de nuevo la reacción de Jesús. Acoge esa expresión de amor por lo que realmente es, y Él defiende a María. Esto es siempre verdad: ninguna expresión de su amor por Él queda oculta. Lo toca y Él se emociona, y le responde. ¿Es ésta tu experiencia?
- Piensa de una situación en que tú estuviste bajo el escrutinio de los demás.. ¿Hay algo que podrías hacer hoy, que claramente demostrara tu fe y tu amor por el Señor? Habla con el Señor sobre cómo podrías hacerlo hoy.