Mirar hacia atrás
Considera cómo es la forma en que el Señor nuestro Dios te mira
- En los Ejercicios Espirituales, Ignacio de Loyola sugiere varias formas de cómo entrar a un tiempo de oración. Una de ellas es bien simple; pero puede sonar extraña la primera vez que la conoce. “Considera”, te sugiere, “cómo es la forma en que el Señor nuestro Dios te mira”, ¿Cuál es tu primera reacción al escuchar esta invitación?
- Hay muchos lugarse en los Evangelios en los que se nos relata que Jesús tenía una mirada dura con la gente, como si los estuviera aquilatando. Pero su mirada era siempre compasiva, nunca dura ni enjuiciadora. Quizás esto te ayude a comprender lo que Ignacio tiene en mente. Toma unos momentos, ahora, a pensar cómo es la forma con que Dios te mira.
- Jesús es el rostro humano de Dios. Es literalmente posible, por lo tanto, imaginar esa mirada en el rostro de Cristo mientras te busca, y luego fija su atención en tí cuando te encuentra. ¿Cómo describirías esa mirada a un amigo que te preguntara cómo es?
- Permite que Jesús mantenga su mirada en tí, mientras escuchas el Evangelio de Juan:
Escritura
Juan 20:1-18
El primer día después del sábado, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, y vio que la piedra que cerraba la entrada del sepulcro había sido removida. Fue corriendo en busca de Simón Pedro y del otro discípulo a quien Jesús amaba y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». Pedro y el otro discípulo salieron para el sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más que Pedro y llegó primero al sepulcro. Como se inclinara, vio los lienzos tumbados, pero no entró. Pedro llegó detrás, entró en el sepulcro y vio también los lienzos tumbados. El sudario con que le habían cubierto la cabeza no se había caído como los lienzos, sino que se mantenía enrollado en su lugar. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero, vio y creyó. Pues no habían entendido todavía la Escritura: ¡él "debía" resucitar de entre los muertos! Después los dos discípulos se volvieron a casa.
María se había quedado llorando fuera, junto al sepulcro. Mientras lloraba se inclinó para mirar dentro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y el otro a los pies. Le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?» Les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». Dicho esto, se dio vuelta y vio a Jesús allí, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dijo: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella creyó que era el cuidador del huerto y le contestó: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo me lo llevaré». Jesús le dijo: «María». Ella se dio la vuelta y le dijo: «Rabboní», que quiere decir «Maestro». Jesús le dijo: «Suéltame, pues aún no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes». María Magdalena se fue y dijo a los discípulos: «He visto al Señor y me ha dicho esto».Imagina la escena
Cuando llega a la tumba, se da cuenta que la piedra ha sido retirada
- Trata de imaginar la escena. Es temprano en la mañana, aún está oscuro, y apenas termina el Sabbath, María de Magdala se dirige a la tumba de su adorado Jesús. ¿Puedes imaginar cómo se sentía mientras caminaba por la oscuridad?
- Debe haber dormido muy poco en la noche. Quizás se recordó las palabras del Cantar de los Cantares: “Desde mi lecho en la noche, busqué a quien mi alma adora; lo busqué y no lo hallé, lo llamé y no me respondió.”
- Ella desea ungirle el cuerpo. ¿Pero quién retirará la piedra que cierra el sepulcro? Cuando llega a la tumba, se da cuenta que la piedra ha sido retirada! El cuerpo de Jesús ha desaparecido. ¡Alguien se ha robado el cuerpo de su adorado! La tumba está vacía, tan vacía como su corazón. Corre a encontrar a Simón Pedro y al otro discípulo, aquél “a quien Jesús amaba”, gritando “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.” Pedro y el otro discípulo salieron para el sepulcro. Todos parecen estar corriendo bajo esta luz del amanecer. ¿Corriendo por temor? ¿Corren porque están confundidos? ¿Corren porque Jesús ha desaparecido? ¿Dónde está Jesús?
Encontrar al Señor
¿Cómo reconoces su Presencia en tu vida?
- “María se había quedado llorando fuera, junto al sepulcro”. Los discípulos dejan a María sola con su dolor. No comprenden ese dolor tan fuerte. Están confundidos frente a las lágrimas de la mujer. Incapaces de confortarla, corren a sus casas. María, llorando, se inclina para mirar dentro de la tumba vacía. Ahí ve a dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús. “Mujer, ¿por qué lloras?”, le preguntan. “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto”, les contesta. Ella está tan segura que Jesús está muerto, por lo que no comprende el significado de la presencia de esos dos ángeles. Luego se da vuelta y vió a Jesús allí, de pie, pero no sabía que era Jesús.
- Las palabras que Jesús le dirige a María en la tumba, nos recuerdan las primeras palabras que Jesús dice en el Evangelio de Juan: “¿Qué buscan?” ¿Cuál es tu respuesta?
- Entonces, Jesús dice suavemente “María”. La llama por su nombre, a ella que estaba frenética, buscando su cuerpo. Sin embargo, es Jesús quien la encuentra. Su relación con ella, y la relación de ella con Él, son únicas. Eso explica porqué ella lo reconoce cuando la llama por su nombre. ¿Cuál es el Nombre del Señor para tí? ¿Cómo reconoces su Presencia en tu vida?
Encontrar al Señor
Comparte estos pensamientos y estas sensaciones con el Señor.
- Al llamar a María por su nombre, Jesús hace eco de las palabras del profeta Isaías: “No temas, porque yo te he rescatado; te he llamado por tu nombre, tú eres mío … Tú vales mucho a mis ojos, porque te amo y eres importante para mí.”(Is 43:1-4). María descubre una nueva relación con Jesús. Ella no debe tratar de poseerlo o aferrarse a Él, o buscar de ser la única amada por Él. No debe seguir amarrada al pasado, sino que vivir el presente en una relación nueva y más profunda con Jesús resucitado. ¿Estás tratando de aferrarte a una imagen del pasado, o a una forma anterior de relacionarte con Jesús? En el desarrollo de este retiro, ¿Jesús resucitado te ha invitado a una relación más profunda?
- María le dice: “Rabboni!”. Sus lágrimas de pena desaparecen, y se arroja a sus pies y se aferra a Él. Jesús le dice: “Suéltame, pues aún no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes.” Observa que Jesús ya no llama a sus seguidores como discípulos o amigos; de ahora en adelante son sus hermanos y hermanas! Su Padre es el Padre de ellos; su Dios es el Dios de ellos, nuestro Dios. ¿Es ésta una forma en que puedas pensar en Jesús, como tu hermano? ¿Cómo te sientes al pensar así?
- Conocemos un aspecto muy humilde en el relato de la Resurrección. Jesús resucitado no aparece triunfante, para humillar a los que lo humillaron. Él se aparece a María de Magdala, la amada, la perdonada, sola en el jardín. No se aparece lleno de poder, sino con un gentil amor. Es la mañana de un nuevo día, una nueva creación. La envía con un mensaje a la comunidad. Qué difícil debió ser para María el hecho de apartarse del encuentro íntimo con Jesús, para juntarse con la comunidad de seguidores de Jesús, con todas sus necesidades y expectativas! ¿Es así como te sientes ahora? ¿Sientes que has sido enviada/o al terminar este retiro? Comparte estos pensamientos y estas sensaciones con el Señor.
Mira hacia atrás sobre el Retiro
Toma un tiempo para agradecer a Dios
- Antes que terminemos este retiro, conviene mirar hacia atrás y detectar qué se ha quedado contigo, o qué habrías querido que te acompañara las siguientes semanas o meses. Comienza por elegir algunas palabas que recuerdes del retiro – palabras que se quedaron contigo.
- Ahora, siendo más específicos, ¿cuáles palabras de las Escrituras se quedaron más contigo? Vale la pena tomarse unos momentos para revivir esa oración, lo más que puedas, y captar que le sucede a tu mente y a tu corazón cuando recuerdas esa experiencia.
- Quizás puedes notar un cambio en ti misma/o, o en tus oraciones, a lo largo de las semanas desde que iniciaste el retiro. Si al comenzar le pediste a Dios un regalo en particular, y no tienes idea si lo recibiste, en parte o en el total. Es posible que Dios te haya dado mucho más que lo que pudiste pedirle, o incluso imaginar cuando iniciamos esta jornadas juntos. Toma unos momentos para agradecer a Dios por todo lo que ha hecho por tí durante este tiempo.
Mira hacia adelante
- Ahora piensa en las próximas semanas o meses. ¿Hay algo del retiro que “quedó pendiente”? ¿Un área de tu vida en la cual puedas seguir viendo trabajar a Dios, un regalo que sentías que lo necesitabas pero que aún lo estás esperando? Pide a Dios lo que estás consciente de necesitar en el futuro inmediato.
- El místico medieval Meister Eckhart sugería que si la única oración que dijéramos a lo largo de toda la vida fuera “Gracias”, ella bastaría. Toma unos momentos ahora para dar gracias a Dios por la fe y el testimonio de esas mujeres de la Pasión, y para agradecer al Señor Resucitado por los que han rezado contigo y por tí, durante este Retiro de Cuaresma.
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Siempre estaremos contentos de escuchar las opiniones de las personas que han completado este retiro. Por favor usen el feedback form para contactarnos.