Quietud
Escuchar tu respiración, al inspirar y espirar
En esta sesión podrás escuchar tu respiración, al inspirar y espirar, sin cambiar su ritmo, y entrando en el silencio y en la milagrosa y vivificadora acción de respirar hacia adentro y hacia afuera. Imagina a nuestro Dios, que nos regala la vida, haciendo justo eso, y emplea esa imágen para quedarte quieta/o.
Entonces, cuando hayas llegado a la quietud, aunque sea por unos instantes, vuélvete hacia Dios y dile: “Aquí estoy; habla, Señor, tu sierva/o escucha”. O puedes adoptar otra forma de realizar la transición hacia el estado de oración.
Invitación
Introducción a la Escritura
Es interesante saber que esta lectura aparece en el Evangelio de Mateo, en seguida de la lectura de la semana anterior, el relato de la limpieza del leproso. En la sesión de hoy, escucharemos el relato de Jesús curando al sirviente del centurión romano. Imagina que la escena se desarrolla en tu mente.
Escritura
LECTURA
Mateo 8:5-13
Al entrar en Cafarnaún, un centurión se le acercó y le suplicó: "Señor, mi criado está en casa, acostado con parálisis, y sufre terriblemente". Jesús le contestó: "Yo iré a sanarlo". Pero el centurión le replicó: "Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que pronuncies una palabra y mi criado quedará sano. También yo tengo un superior y soldados a mis órdenes. Si le digo a éste que vaya, va; al otro que venga, viene; a mi sirviente que haga esto, y lo hace. Al oírlo, Jesús se admiró y dijo a los que le seguían: "Os lo aseguro, una fe semejante no la he encontrado en ningún israelita. Os digo que muchos vendrán de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de Dios, mientras que los que debían entrar al reino serán echados a las tinieblas de afuera: allí será el llorar y rechinar de dientes”. Luego Jesús dijo al capitán: “Vete a tu casa, hágase todo como has creído”. Y en ese mismo momento el muchacho quedó sano.
Reflexión
¿Has rogado a Jesús por alguna cosa?
- “Al entrar en Cafarnaún”; observamos que no estamos en Nazaret, donde Él estaba en casa; sino que en una activa aldea de pescadores, al norte del mar de Galilea, donde Jesús estableció su morada durante su misión en Galilea. Aquí es donde muestra su misericordia. ¿Dónde está Cafarnaún para tí?
Nos asombra que la persona que se aproxima a Él es un centurión, que no es judío y que es un miembro profesional del ejército romano de ocupación. La misericordia sanadora de Jesús no está limitada a "personas como nosotros". No sólo eso, sino que este soldado y enemigo de su pueblo está realmente rogando a Jesús para que haga algo por él, y luego, en algún nivel, sabemos que todo resultará bien. ¿Alguna vez has rogado a Jesús por algo?
Entonces escuchamos lo que dice el centurión: no se trata de él, sino de “mi criado” (o, posiblemente mi sirviente o mi esclavo), y “está acostado con parálisis, y sufre terriblemente”. ¿Qué sientes tú mientras escuchas al centurión?
Y ahora la respuesta de Jesús: inmediatamente, sin pensar que este hombre es “del otro lado”, le dice: “Yo iré a sanarlo”, con esa confianza que marca todas las palabras de Jesús. ¿Qué te dice a tí esa respuesta?
- “Al entrar en Cafarnaún”; observamos que no estamos en Nazaret, donde Él estaba en casa; sino que en una activa aldea de pescadores, al norte del mar de Galilea, donde Jesús estableció su morada durante su misión en Galilea. Aquí es donde muestra su misericordia. ¿Dónde está Cafarnaún para tí?
Hablando con el Señor
¿Puedes recordar haber experimentado la misericordia sanadora de Dios en Jesús?
- Entonces este relato sube a un diferente nivel, frente a la humildad del centurión: “no soy digno de que entres bajo mi techo”. Si Jesús fuera un estricto observante, esto estaría correcto; pero este soldado sabe con quién está hablando: “Basta que pronuncies una palabra y mi criado quedará sano”. Sabe que Dios puede actuar en Jesús, y no sólo para los judíos. ¿Puedes tú reflexionar en porqué el centurión trató de impedir que Jesús fuera a su casa?
El relato continúa en un nivel más profundo de fe, al comentar Jesús: “Os lo aseguro, una fe semejante no la he encontrado en ningún israelita”. ¿Te recuerda esta profunda fe a alguien en tu vida? ¿Este relato desafía tu fe en la misericordia sanadora de Jesús?
Y se pone mejor, con una visión de muchos no-judíos recibiendo la misericordia, y el presentimiento de un futuro muy distinto para los opositores religiosos de Jesús: “muchos vendrán de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de Dios, mientras que los que debían entrar al reino serán echados a las tinieblas de afuera: allí será el llorar y rechinar de dientes”. ¿Sentimos a veces que la misericordia sanadora de Jesús está restringida sólo para la "clase correcta" de personas?
El relato concluye en una forma notable: “Vete a tu casa, hágase todo como has creído”. Y escuchamos al evangelista terminando su relato: “Y en ese mismo momento el muchacho quedó sano”. ¿Puedes recordar haber experimentado la misericordia sanadora de Dios en Jesús? Habla de esto al Señor y deja que esta reflexión te acompañe a lo largo de esta semana de Cuaresma.
- Entonces este relato sube a un diferente nivel, frente a la humildad del centurión: “no soy digno de que entres bajo mi techo”. Si Jesús fuera un estricto observante, esto estaría correcto; pero este soldado sabe con quién está hablando: “Basta que pronuncies una palabra y mi criado quedará sano”. Sabe que Dios puede actuar en Jesús, y no sólo para los judíos. ¿Puedes tú reflexionar en porqué el centurión trató de impedir que Jesús fuera a su casa?