• Quietud

    Deja que la palabra "amor" haga eco en tu inspirar

    Al comenzar este tiempo de reflexión, haz una pausa y deja que tu atención se enfoque en tu respiración. Observa el ritmo de ella, al inspirar y exhalar. Al inspirar, deja que la palabra “amor” acompañe el aire que entra a tu cuerpo, pues el aliento de Dios lleva amor a tu ser. Al exhalar, permite que la palabra “gracias” acompañe al aire que sale de tu cuerpo. Por unos momentos, deja de respirar, y permite que esas dos palabras, “amor” y “gracias” llenen tu ser, y hagan eco en tu mente y en tu corazón. 

  • Escritura

    Isaías 52:7-10

    Isaiah 52:7-10

    ¡Cuán hermosos son, sobre los montes,

    los pies del que trae buenas nuevas!

    Los pies del que anuncia la paz, del que trae buenas noticias,

    del que anuncia salvación, del que le dice a Sión: “¡Tu Dios reina!”

    ¡Tus atalayas dejan oír su voz! ¡Al unísono lanzan voces de júbilo!

    ¡Con sus propios ojos ven que el Señor vuelve a Sión! 

    Páramos de Jerusalén, ¡canten alabanzas y alégrense a una voz!

    ¡El Señor ha consolado a su pueblo, ha redimido a Jerusalén! 

    El Señor ha desnudado su santo brazo a la vista de todas las naciones,

    y todos los confines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios.

     

  • Reflexión

    ¿Sorprenderemos a otros con palabras cariñosas, con buenas obras y con gestos amables en estas Navidades?
    • Estar atentos a lo que viene es algo bello, como cuando estamos esperando un nacimiento en la familia, comenzando un nuevo trabajo o preparándonos para nuestro matrimonio. Soñamos despiertos sobre eso, y hablamos sobre eso. Los profetas soñaban despiertos y hablaban sobre la venida del Mesías. Estar atentos les daba una gran alegría. Y nos sucede lo mismo. Estamos atentos a compartir, con nuestra familia, el Espíritu Navideño, y a reunirnos en la iglesia para las oraciones de la Natividad.
      El pueblo de Israel sabía a lo que debía estar atento: la paz, el bienestar y la salvación. ¿Y qué pasa con nosotros ahora? También deseamos paz. Y conocemos a muchos que necesitan el consuelo de amigos, el don de la buena salud, la calidez de la fe. Necesitamos ser salvados del mal en el mundo, y el nacimiento de Jesús promete esa salvación.
      ¡Sabemos que recibiremos esos regalos? Sí y no. Es verdad que Jesús no cesa de sorprendernos con su amor, sus sanaciones y su perdón. Pero algunas personas estarán tristes en Navidad. Podemos traerles regalos, y también recibirlos. ¿Haremos algo bueno por los demás en estos días? ¿Sorprenderemos a otros con palabras cariñosas, con buenas obras y con gestos amables en estas Navidades? Podemos traer la alegría de Jesús y la alegría de estos días, a las vidas de muchos. Podemos ayudar para acercar el reino de amor y justicia de Dios, y saber que reina Nuestro Dios.
  • Habla con Dios

    ¿Puedes permitir a tu corazón que se entusiasme, al pronosticarle la alegría de la venida de Jesús?
    • Es posible que algo te haya llamado la atención durante tu tiempo de reflexión. Éste es un excelente punto de partida. Quédate con él y hazlo personal; pero no lo olvides: antes que nada, ponte en la Presencia de Dios. Toma tu tiempo; no te apures.Observa cuál esperanza o deseo te acompaña.
      ¿No es cierto que hay algo especial en prepararmos para Navidad? Se parece a lo que sienten unos padres que esperan el nacimiento de su primer hijo, y que no dejan de contarlo a todo el mundo. Y es notable la alegría que transmiten sus noticias. ¿Puedes permitir a tu corazón que se entusiasme, al pronosticarle la alegría de la venida de Jesús?
      Las personas esperan al Señor como “vigías esperando la aurora”. No podemos apurar la aurora; pero sabemos que viene. A veces, lo único que podemos hacer es esperar. Podría ser la espera de algo bueno que suceda, o podríamos estar esperando que nuestra vida mejore. Cualquiera sea el caso, podemos traer nuestra paciente espera, a la Presencia de Dios.
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