Cerca del inicio del Evangelio de Marcos, Marcos agrupa un número de las cosas “típicas” que Jesús hará durante su ministerio. Él enseña en las sinagogas. Sana los enfermos. Recibe a multitudes de personas. Enfrenta al mal. Debate con las personas cuya idea de Dios es muy diferente de la que Él tiene. Y entonces, en medio de sus actividades, se toma un tiempo a la hora del alba, para retirarse a un lugar tranquilo, en el desierto, para orar. Quizás esta imagen muestra algo de lo que este retiro ha sido para tí.

Ahora, al final del retiro, igual que al final de un extenso período de oración, vale la pena mirar hacia atrás. Encuentra una oportunidad para revisar las notas que hayas podido tomar, o leer alguno de los textos de las Escrituras de nuevo. Fíjate si las cosas parecen diferentes, ahora que has llegado a este punto. Quizás, te das cuenta de cosas que no viste la primera vez; o quizás se destacan una o dos cosas que ahora te parecen más importantes. Las siguientes preguntas te pueden ayudar en tu revisión:

• ¿Qué es lo primero que recuerdo del retiro, cuando ahora lo miro hacia atrás?
• ¿Puedo recordar momentos, durante las oraciones o en otras circunstancias, cuando me sentí cerca de Dios y totalmente vivo?
• Esos momentos que puedo recordar, ¿fueron desafiados por las escrituras que estaba orando?
• ¿Qué ha cambiado en mi relación con Dios, desde que inicié este retiro?
• ¿Qué es lo que debo estar seguro que no debo olvidar?
• ¿Qué es lo que más necesito de Dios al seguir adelante en mi vida?

Como hemos visto en estos días, el desierto es tanto un lugar específico, un lugar desértico fuera de los pueblos y ciudades de Palestina; pero también una imagen de esos lugares donde podemos hoy encontrar a Dios, lejos del mundanal ruido. El desierto de este tipo puede ser pacífico; pero también puede ser desafiante. Sin embargo, es difícil imaginar cualquier vida cristiana que no incluya, por lo menos de vez en cuando, una jornada a través del desierto. Quizás, una de las cosas que este retiro ha ofrecido, es un conocimiento más profundo sobre cómo hacer esa jornada. Mientras le agradeces a Dios, una vez más, por los dones que te ha regalado en este retiro, pídele que permanezca en ese lugar para encontrarte, cada vez que vayas al desierto.