Durante estos días de peregrinación, en la compañía de Ignacio y María Ward, hemos aprendido a vernos como parte de la amada creación de Dios. Vivimos en una relación con todo lo que Dios a creado, para nuestro bien. Somos invitados a enamorarnos de Jesús, a tenerlo como nuestro querido hermano y amigo. En el espejo de sus ojos, vemos una reflexión de nosotros, tal como somos: pecadores, sí, pero pecadores perdonados y amados. Hemos escuchado a Jesús invitándonos a caminar con Él, a compartir su ministerio de sanación. Nos invita a proclamar el reino de Dios en nuestro mundo, para transformarlo. Lo hemos observado tomar el camino hacia la Cruz, y le hemos escuchado confirmar su amor por nosotros, incluso mientras sufre. La Cruz de Jesús nos dirige sólo a la gloria y a la vida resucitada que cada uno de nosotros podrá compartir cada día. Es esta convicción la que ahora somos invitados a compartir con el mundo.